El tenis parece ir decorándose de cuestiones tecnológicas, modernas y dinámicas, trasladándolo a un espectáculo en donde lo predominante es brindar un show, y no un desafío deportivo en sí. ¿Se termina el tenis como lo conocíamos?
Aquél precedente sentado en serie de Copa Davis entre Joao Souza y Leonardo Mayer hizo que se repensara la duración de los encuentros, por lo desgastante que terminó siendo esa batalla para ambos.Luego, la aparición de la Next Gen, como competencia de corta duración, con un número importante de variantes reglamentarias y de desarrollo de los partidos, lo que lleva a un partido más fugaz y quizás menos extenso (bajando ese margen de error al mínimo).
¿Empezamos a perder lo que hoy conocemos como el deporte blanco? Muchas voces autorizadas y simpatizantes del tenis se han manifestado en contra de la mayoría de las modificaciones que la ITF intenta establecer en los torneos y compromisos.
Todo hace pensar que, si en el futuro nos encontramos con duelos a cinco parciales y cuatro games en cada uno, el margen para "LOS MEJORES" es más amplio ya que, si siempre serán de ese modo, reducen posibilidades en tenistas de un ranking mucho menor que buscan dar el zarpazo.
Se busca brindar mayores emociones en menor tiempo, casi como un resumen de los viejos partidos a cinco mangas con seis games, en los que quizás los primeros parciales no tienen tanta relevancia y la cuota emotiva crece a medida que el tiempo de juego transcurre.
Si todas las modificaciones se terminan ejecutando, nos veremos inmersos en un deporte que ya no será igual, que tendrá resistencia de propios y ajenos pero que deberá amoldarse al nuevo escenario: entretener, emocionar y batallar en poco tiempo.
Parecer ser la tónica que quiere imponerse, con el simple fin de matar el aburrimiento, recaudar más y mejor en cada día de competencia y brindar un descanso más amplio a los jugadores. La ecuación, en un punto, parece perfecta y conformar a todos. No obstante, la mutación será tan grande, que costará acostumbrarse.
Fotografías: ATP y La Nación
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