lunes, 20 de noviembre de 2017

Del “Baby Federer" al “Maestro Dimitrov"

La evolución tenística y mental de un Grigor que comenzó rompiendo raquetas contra el piso y terminó pulverizando rivales en la cancha.


El búlgaro gritó campeón en Londres (Foto: Gustavo Goitia).

26 años parecen sinónimo de maduréz en casi todos los aspectos de la vida, incluso en el tenis. Y casualmente, bajo ese número etario Grigor Dimitrov se acobijó para alcanzar el punto máximo de su -aún- cortísima carrera.

La final perdida contra Diego Schwartzman en Estambul 2016 mostraba la última espina en la flor que estaba creciendo en el interior del búlgaro. Enojado, fastidioso, y hasta irrespetuoso con su rival. El Dimitrov que no le gustaba a la gente, sencillamente.



Las comparaciones un tanto obvias con el juego de Roger Federer le impondrían una mochila de demasiados kilos de presión extra a la hora de saltar a una cancha de tenis.

Luchar contra esas dos personalidades ajenas a él hacían, de la suya, una pelea interna de difícil pronóstico final.

Hasta que llegó el 2017, año de despegue definitivo y a una edad ejemplar. Todo llega, y el mejor Gregorio, finalmente llegó.

Dimitrov y Vallverdu posando con el trofeo de Cincinnati 2017 (Foto: W&S).

De la mano de la conducción tenística del venezolano Daniel Vallverdu (reemplazó a Franco Davin, ex coach del búlgaro), pisó fuerte en Oceanía, con título en Brisbane y semifinales en Australia.

Luego, la reivindicación ante su gente en Sofía. Más tarde, mucho más tarde, su primera corona Masters 1000 en Cincinnati, para definitivamente soltarse y brindarse al tenis completamente en el Torneo de Maestros.

El ahora “ex Baby Federer", ya un grandote de 26 años, terminó de pulirse en Londres y el diamante ya luce su brillo propio, sin corazas prejuiciosas que atenten contra su mente. Porque nunca es tarde para pegar el zarpazo. Porque, al fin y al cabo, todo llega.


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